Todo empezó cuando el ingeniero norteamericano Percy Spencer, que trabajaba para la empresa de radares Raytheon Corporation, comprobó en 1946 cómo la chocolatina que llevaba en el bolsillo de la bata se le había derretido mientras probaba un dispositivo llamado magnetón. Intrigado por lo que había pasado, Spencer decidió realizar un experimento: dejó un puñado de granos de maíz cerca del "magnetón", y al cabo de un par de minutos empezaron a saltar por el laboratorio convertidos en palomitas.
Desde este experimento hasta que empezó a fabricarse el primer horno microondas apenas pasó un año.
Sin embargo, los primeros microondas no eran muy prácticos, medían dos metros y pesaban 250 kilos, aparte de valer más de 5.000 dólares. Fueron los restaurantes y los hospitales los primeros en interesarse por ellos, para recalentar comidas. Un restaurante de Boston tiene el honor de haber sido el pionero en incorporarlo a su cocina. Tuvieron que esperar 20 años para conseguir los primeros hornos domésticos aunque por aquellos días eran utilizados prácticamente sólo como "palomitero" en Estados Unidos.
Pasaron algunos años antes de que los microondas ganaran en ventas al resto de hornos, eléctricos o de gas. En Estados Unidos esto ocurrió en 1975; en España aún tardarían otros diez años en convertirse en un electrodoméstico de gran consumo, seguramente porque se temía que las radiaciones que emiten resultaran peligrosas. No obstante, se demostró que las radiaciones
no son io-nizantes, es decir, no perjudican los alimentos.
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POR M. CAROL H.y V. F 391